A veces, el chicle puede ser realmente útil, pero no hay que convertirlo en un hábito habitual.
El chicle puede provocar diarrea. La razón es la siguiente. Muchos chicles contienen xilitol, que actúa como sustituto del azúcar. Tiene un efecto laxante en el tracto digestivo.
Los movimientos masticatorios también favorecen la secreción de saliva y jugos gástricos, aunque no haya comida.
Por lo tanto, si el paciente padece reflujo gastroesofágico (regresión del contenido ácido del estómago al esófago), esto puede provocar molestias estomacales.
Además, el uso de chicle no puede sustituir a los métodos tradicionales de limpieza dental. Tampoco conviene masticar durante mucho tiempo la misma pastilla.
En tal caso, el chicle puede convertirse en un foco de microorganismos.